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Una Perspectiva Cultural Única

El amor por la lengua, la literatura y el teatro hace que la primera estudiante cubana en décadas llegue a la UM con visa F-1 para cursar estudios doctorales. 
Dainerys Machado Vento

La primera vez que Dainerys Machado Vento entró a la biblioteca Otto G. Richter de la Universidad de Miami y la CHC (Cuban Heritage Collection, Colección de Patrimonio Cubano) para estudiar la literatura cubana de los años 50 y 60, se dio cuenta de que todo lo que necesitaba estaba al alcance de sus manos.

“En Cuba, muchos de esos documentos se encuentran en mal estado o ni siquiera existen,” explica. “Cuando llegué por primera vez a esta biblioteca y pude ver lo fácil que era tomar cualquier libro, de algún autor cubano o de cualquiera, lloré. Estar rodeada de tal libertad de pensamiento fue hermoso.” 

Machado Vento, candidata al doctorado del Departamento de Lenguas Modernas y Literatura de la Escuela de Artes y Ciencias, es la primera ciudadana cubana en décadas que llegar a la UM con una visa F-1 de estudiante. Su inscripción es otra muestra del cambio en las relaciones entre EE. UU. y Cuba, que reanudaron lazos diplomáticos en julio de 2015.

El número de estudiantes de la isla que cursa en instituciones de educación superior estadounidenses ha aumentado de manera constante. En 2015, la cifra era 94, 36 porciento superior a 2014 de acuerdo con información de Open Doors provista por el Institute of International Education.

“Espero que recibamos a muchos más estudiantes como Machado Vento,” afirmó Julio Frenk, presidente de la UM, quien se reunió con ella en su oficina al poco tiempo de su inscripción. “A medida que la Universidad de Miami cumple sus aspiraciones de convertirse en la universidad hemisférica con un impacto global, nos fortaleceremos al enriquecer el intercambio de estudiantes y académicos talentosos de toda América.”

Cuando era niña y vivía en el colorido barrio de El Cerro, en La Habana, a una cuadra del conocido estadio de béisbol, Machado Vento era más bien un ratón de biblioteca que a menudo se quedaba en su cuarto leyendo en lugar de salir a jugar al béisbol o a otros deportes con sus amigos.

“La gente bromeaba y me decía que saliera a jugar, pero yo prefería quedarme adentro,” recuerda.

Le gustaba escribir y amaba el teatro, pero decidió estudiar periodismo porque la carrera le ofrecía los conocimientos y la libertad creativa para perseguir sus intereses propios. En 2009 se graduó en periodismo de la Universidad de La Habana y comenzó a trabajar en la revista Bohemia que, como todas las publicaciones cubanas, dirige el Departamento Ideológico del gobierno cubano. En Bohemia, su labor periodística no reflejaba sus intereses. Le tocaba escribir sobre construcción y turismo. Pero, como reflexiona, esto le permitió pulir su escritura y profundizar sus conocimientos sobre el periodismo. 

Su interés por el teatro la llevó a trabajar en La Unión de Escritores de Artistas de Cuba (UNEAC) y a escribir para Tablas-Alarcos, una casa editorial que publica revistas culturales. En la Universidad de La Habana, su tesis se centró en el laureado dramaturgo cubano Virgilio Piñera, quien había sido relegado por el gobierno cubano por su rechazo ideológico a la censura oficial además de por su abierta homosexualidad.

“Exploré la recuperación de su imagen en la prensa cubana incluyendo el contexto socioeconómico de la época,” indica Machado Vento. Su trabajo y un encuentro fortuito en Cuba con Lilian Manzor, profesora asociada del Departamento de Lenguas Modernas, resultó en una invitación a un festival de teatro en honor a la obra de Piñera en el Ring Theatre de la UM en 2012. Aquella fue su primera visita a Estados Unidos.  

Durante el festival, Machado Vento presentó su investigación en un panel ante colegas y amigos, y asistió a ver todas las obras de teatro del festival que se presentaron ese fin de semana.

“Me enamoré de la Universidad de Miami,” recuerda. “Mis amigos querían llevarme a ver los edificios del downtown o los supermercados. Pero yo estaba deslumbrada por la biblioteca de la UM.”

En 2014 regresó a EE. UU. para participar de una conferencia organizada por la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) y regresó brevemente a Miami. En 2014 tomó la decisión valerosa de solicitar el ingreso a un programa de maestría del Colegio San Luis en México y se convirtió en la primera estudiante cubana en estudiar en aquella institución. Investigó las conexiones entre la literatura y la prensa, dos de sus intereses principales.

Mientras vivía allí, conoció a quien sería su esposo, un escritor mexicano llamado Xalbador García. En 2015 solicitó el ingreso al programa doctoral de la UM y una visa F-1 de estudiante a EE. UU.

“Todos me decían que era imposible,” explica, “pero yo decía que la política nos ha colocado en un chaleco de fuerza. Yo voy a elegir la libertad”.

A los tres días de solicitar la visa, la recibió. Hoy en día vive a unas cuadras de la Calle Ocho, el famoso barrio de Little Havana de Miami, y va a clase en Coral Gables cuatro veces por semana.

Según el Prof. Manzor, tener a Machado Vento en el programa doctoral de la UM es una gran ventaja.

“Dainerys llega a nuestra universidad con un título de bachiller de Cuba y una maestría de México,” explica Manzor. "Esto significa que cuenta con una formación generalista sobresaliente. Además, posee la perspectiva y experiencia de dos sistemas educativos latinoamericanos diferentes. Esto resulta invaluable para nuestro programa.”

Machado Vento tiene planeado continuar su estudio de las escritoras cubanas, en especial de las redactoras colaboradoras que escribían para las revistas cubanas en los años 50. Cree que hay mucho por hacer para unir las tradiciones literarias de dentro y fuera de la isla. 

“Hemos vivido separados tantos años,” explica sobre los cubanos de la isla y los exiliados. “Pero en última instancia, nuestra cultura sigue siendo la misma; nuestro arte es el mismo y nuestra literatura es la misma. Estudiar la literatura podría contribuir a la unidad.”

Machado Vento ha aprendido otra lección valiosa en sus viajes.

“Para muchos de nosotros en Cuba es difícil soñar,” indica la estudiante. “Pero ahora puedo soñar.”

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